La comunidad Pehuenche habita las tierras cordilleranas del sur de Chile desde tiempos prehispánicos. Ellos conformaban comunidades que se desplazaban a pie por el sector cordillerano. Según Villalobos «habían recibido ya la influencia araucana en todo orden de cosas incluida la lengua, que aún no suplantaba enteramente la propia».

Para subsistir se dedicaban en sus caminatas cotidianas a la caza y a la recolección, siendo dirigidas principalmente al guanaco y al piñón.

Con el arribo de los españoles a territorio pehuenche, comienza a transformarse radicalmente el estilo de vida de estos indígenas, ya que con la aparición de los hombres blancos o «huincas» y su cultura no sólo implicó cruentos choques militares, sino que el comienzo del fin de una vida autónoma y la paulatina transformación a una posición de subordinación respecto de la cultura global occidental.

Del año 1628 datan los primeros enfrentamientos entre fuerzas hispano-criollas y pehuenches, continuando con algunos intervalos de paz hasta el fin de la colonia, reanudándose los encuentros después con las tropas chilenas hasta 1988, año en que fuerzas de carabineros y pehuenches de la comunidad de Ralco-Lepoy protagonizaron incidentes, referente a un asunto de límites de tierras de veranadas, localizándose el área de conflicto en un límite del fundo El Barco, sector del Saltillo de Peleco.

En el año 1861, en pleno período de la guerra de la araucanía, fuerzas chilenas se internaron por el río Bio Bío, enfrentándose a los pehuenches y derrotándolos militarmente. Los chilenos repoblaron Santa Bárbara y Quilaco, poblados que habían sido destruidos en 1769 durante un alzamiento general de pehuenches comandado por los caciques Lebian y Pilmigerenantu.

Con esta incursión se pone fin a la guerra contra los pehuenches, los que son vencidos y localizados en reducciones. De acuerdo a la ley de radicación imperante, aplicada entre los años 1884 y 1929, se les asignaron lotes de tierras bajo goce común y con prohibición de vender a cada parentela indígena.

Con el advenimiento de la vida en reducciones, los pehuenches ponen fin a su vida seminómade, ya que ven reducidas sus áreas de caza y recolección, y por otro lado se gatilla la incorporación definitiva de un uso del suelo distinto y extraño para ellos: la agricultura, actividad que con el transcurso del tiempo llegará a ser permanente en el sistema productivo pehuenche.

La Comisión Radicadora de Indígenas les otorgó legalmente el derecho a la tierra en los primeros años del siglo XX, pero ese proceso no consideró a todos los habitantes y hubo injusticias procesales que favorecieron a los colonos por sobre los dueños ancestrales de la tierra.

Todavía hay litigios por los terrenos que limitan con la cordillera y las riberas del río Bio Bío, porque los pehuenches que no consiguieron sus títulos de dominio se vieron desplazados por colonos no indígenas. A esto hay que sumarle que en 1979, el gobierno de Augusto Pinochet Ugarte dictó una ley que dispuso la división de las comunidades y la separación de las tierras que tradicionalmente se explotaban comunitariamente.

Actualmente, se estima en diez mil los pehuenches que habitan la zona cordillerana comprendida entre el río Biobío y la laguna Icalma.

El aislamiento geográfico en que viven ha facilitado que la etnia conserve gran parte de sus tradiciones, su cultura, su arraigo a la tierra y su armónica relación con la naturaleza.

La economía pehuenche se basa en la agricultura, la crianza de ganado, la recolección de piñones y algunas labores artesanales.

La carencia de tierras suficientes para sustentar a la población, el agotamiento progresivo de la productividad del suelo y la falta de oportunidades han puesto a los pehuenche en una aguda crisis económica, que se ve agravada por la migración de los más jóvenes y por un engranaje de condiciones sociales adversas: analfabetismo, desnutrición, alcoholismo, falta de una educación apropiada para su cultura, carencia de médicos permanentes en las postas y deficiente acceso a la justicia, entre otros factores.

Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística señalan que en el Alto Biobío, donde la mayor parte de la población es de origen pehuenche, los índices de extrema pobreza superan el 90 por ciento, lo que demuestra que aquí predomina una de las situaciones socioeconómicas más fuertemente deprimidas del país.

Rasgos Arqueológicos.

Según la literatura arqueológica, no existen al día de hoy estudios o descubrimientos ancestrales, en este caso de los primitivos habitantes que fueron y continúan siendo los pehuenches. Solamente se puede mencionar que, en el bosquete de Callaqui, y Laguna Agria de Argentina, existe una piedra ceremonial, llamada Curalhue (piedra de las ánimas o del diablo), de granito, de 1 metro de alto y 2 metros de diámetro, la que presenta excavaciones tubulares hechas por el hombre.

Los viajeros indígenas invocan su protección cuando realizan un viaje, dando vueltas alrededor de ella y depositando en los hoyos ofrendas, ya que creen que posee un calcu, espíritu invisible capaz de hacer el bien o el mal.

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